sábado, enero 16, 2010

Fueron necesarias algunas fotos
y muchos besos
para pasar factura del deicidio.
Aún nos queda Dublín
-decían-
pero sólo encontramos pantalones
raídos por los años como pretexto;
y ahora
que los viejos que estaban
ya se han ido
hace frío en la cama.
Los libros
siguen guardando luto en el estante
y serán otros
los quintos pisos donde enamorarse,
otros los ojos,
otras las manos
y otra la incertidumbre
a cada paso.
Cerrarán los quioscos algún verano
y acabarán ahogados los grajos
urdiendo otro otoño,
silbando una entrepierna de cuando en cuando.
Yo seguiré
-aquí sentado-
mirando tardes que amenazan malo
destruyendo la virginidad de algún cuaderno;
mi autoestima,
no estaba preparada
para tanta belleza.

Ricardo Cólera

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito el relato.¿ Sabe si hay algún concierto en vivo en el Bohemian Jazz Café?